viernes, 17 de julio de 2009

No Volvere A Ser Joven

Brillo en la mano (Panero)

Poetas Suicidas

A partir de la desaparición de José Agustín Goytisolo, empecé a darle vueltas a las razones del suicidio, y se me sumó hace unos meses otra muerte voluntaria, la de uno de los poetas instigadores de la Poesía de la Experiencia, un granadino del que todavía no quiero acordarme, porque me dura pudor.Investigando y releyendo en mi biblioteca -donde reina la poesía sobre todas las cosas-, he encontrado a un montón de poetas tocados por la valentía de decidir su propia desaparición. Hoy me pide el cuerpo hablarles de algunos de ellos, poetas que han sentido su poesía como realidad tangible, poetas para los que "todo ha sido posible, salvo su vida" (E. M. Ciorán).Los primeros ejemplos de poetas autoinmolados son Kostas Karyotakis y María Poliduri, dos poetas griegos que vivieron la gran depresión de entreguerras (además de las guerras balcánicas y la guerra con Turquía) y que conformaron la "Generación derrotada", una generación ahogada en la crisis, en el desencanto y en una falta total de perspectivas. Kostas Karyotaquis y María Poliduri tuvieron lazos sentimentales y pasaron de forma paralela por una vida atormentada y trágica. De K. K. son los versos "... Bocas que tenéis mucho que decir / y la palabra os elige para tumbas" que pertenecen al poema Muertes, un poema que lleva en su arranque una cita muy significativa: "Hay hombres que llevan la mala suerte dentro de sí". Karyotakis se suicidó una tarde del día 20 de julio de 1928 disparándose un tiro en el corazón cuando estaba tumbado debajo de un eucalipto. Antes, durante la madrugada de ese mismo día, había intentado quitarse la vida tirándose al Mediterráneo, pero las aguas le devolvieron a la costa y escribió en una nota que se encontró en su bolsillo: "Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jamás suicidarse tirándose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragué una enormidad de agua y, sin saber cómo, de vez en cuando subía a la superficie; cuando tenga oportunidad, escribiré las sensaciones de un ahogado". De Mª Poliduri nos quedán versos tan exquisitos como este fragmento dedicado a Kostas : "...Era curiosamente bello como a los / que la muerte elige...".Otro poeta norte dentro de este grupo y dentro de la historia de la literatura es Cesare Pavese, del que son los conocidísimos versos "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos- / esta muerte que nos acompaña / de la mañana a la noche, insomne, / sorda, como un viejo remordimiento / o un vicio absurdo. Tus ojos / serán una vana palabra, / un grito callado, un silencio...", un poema sin parangón dentro de la historia de la poesía. Antonia Pozzi, otra italiana, falleció en el año 38 dejando versos como "...Ojos no míos / que la niebla invade."; Sibilla Aleramo se da fin no sin antes ofrecerle al mundo poemas sentidísimos como este fragmento de Soy tan buena: "... Mas al primer trepidar del violeta en el cielo / todo amparo diurno se desvanece /.../ Me parecía tener en las manos el cansancio de toda la tierra / no soy más que una mirada, mirada perdida y vana.". John Berryman, ya más entrados en el siglo y partiendo de la idea de que "la poesía es un riesgo supremo y prolongado", se arrojó desde lo alto de un puente de Mineápolis, en el año 72, cuando había dejado escrito Un corazón enloquecido, que terminaba con estos versos: "... No hay tiempo para la vergüenza /.../ el tiempo / se precipita como un loco descarado. Nada puede ser conocido". Sylvia Plath escribió: "... Mis horas se desposan con la sombra." y se dio fin en Londres el 11 de febrero del 63. Anne Sexton se suicidó el el año 74 después de escribir el poema titulado El deseo de morir, que finaliza con esta crudeza sobre el cuerpo tendido en la sala de despiece de un tanatorio: "... No preví que punzarían mi cuerpo. / Ni tan siquiera la córnea y la orina estaban ya. / Los suicidas traicionan el cuerpo de antemano." Entre los poetas suicidas de habla castellana tenemos bellos ejemplos en Gabriel Ferrater, un entusiasta de la obra de Kafka que dio fin a su vida en Sant Cugat el año 1972 (versos suyos son "Estoy más lejos que amarte /.../ No soy sino la mano con que tú palpas"); Alfonso Costafreda, muy cercano a Ferrater en obra en vida y en muerte, que se suicida en Ginebra durante el 74, después de haber escrito su último poemario, Suicidios y otras muertes, del que entresaco versos como "Entrará el mar lentamente en tus venas, / droga, ave rapaz, suicidio lento."; Pedro Casariego Córdoba, que se tiró al tren un día del año 1993 después de haber sido, además de un poeta magnífico, economista titulado, pianista, vagabundo, pintor y ermitaño ("Mi cuerpo / hervidero de hierba / helada / para enseñar anatomía / y botánica / y mi cuerpo / enseñanza / hierba que nadie recoge / hierba que el viento pisa / hierba que se hace suela / de mil zapatos vacíos."); Alfonso Sola, nacido en Paraná y voluntariamenmte desaparecido en Mendoza el año 75 ("...Un día todo dirá que hemos partido / Todo."); Alejandra Pizarnik, que en su última carta a Antonio Beneyto terminaba: "... Y aquí te dejo para ir a despachar la carta a un correo lejano que no cierra por la noche."; Luis Hernández, nacido en Lima y sólo nacido en Lima para escribir "...Solitarios son los actos / del poeta: Como aquellos / del amor / y de la muerte.".... y tantos otros. Creo que a los poetas citados y a sus versos les sobran mis palabras, sólo comentar que entre poesía y esperanza -según argumentaba Ciorán- la incompatibilidad es completa, y eso lleva al poeta a no entender el mundo por entenderlo, a no ser más que su poesía por la imposibilidad de vivir en otros planos que sean soportables con su sensibilidad. Todo esto lleva a situaciones de irrealidad que embriagan hasta la muerte buscada, siendo la poesía más vida que la propia vida.No quiero terminar sin citar a Goytisolo, el penúltimo poeta suicida: "...ocurrió que fue siempre un solitario / ocurrió que la vida dejó de interesarle."Otro día hablaré de poetas como Antonin Artaud, Danielle Sarréra o Paul Celán. Más muertos a sumar a la lista de los muertos, más suicidas a poner en su dedo el gatillo que vuele la sien de este mundo loco, injusto, lleno de imbéciles e ineptos sin asomo alguno de sensibilidad. También hablaré de Walter Benjamin, el hombre que en Port Bou supo a ciencia cierta que era más fácil desaparecer que seguir en esta historia. ¡Pum!
--Luis Felipe Comendador--

La senda del perdedor


“tengo dos opciones, permanecer en la oficina de correos y volverme loco… o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre.”
Heinrich Karl Bukowski, mejor conocido como Charles Bukowski. Nació en Alemania en 1920 y murió en los Estados Unidos en 1994, a los 73 años de edad.Escritor y poeta con 50 obras publicadas. A pesar de que estudió periodismo y literatura en la Universidad de Los Ángeles, se empleó en cosas ajenas a su carrera. Decepcionado por los proceso de publicaciones, se apartó de la máquina de escribir para trabajar una década como cartero. Tras el apoyo de John Martin quien le prometió la cantidad de 100 dólares mensuales, Bukowski dejó de trabajar para el servicio postal. Escribió su primera novela antes del mes en que dejó su empleo anterior, titulado el Cartero (Post Office).El maltrato de su padre y las marcas producidas por el acné que le dificultaban socializar, dio como resultado que Buskowski se refugiara en la literatura. Una de estas situaciones de su vida lo dijo en una entrevista para la revista High Times 98: “Como puedes ver, mi padre fue un gran maestro de literatura: Él me enseño el sentido del dolor-- dolor sin razón.”[1]
La novela autobiográfica, “La senda del perdedor” nos muestra la visión de una sociedad “desde abajo” desencantada por el “sueño americano”. Es un relato de vida sin esperanza ni añoranza por un futuro mejor. Dentro de esta visión es donde Henry Chinaski (Bukowski) se desenvuelve.
La obra se puede dividir en dos aspectos: La infancia y adolescencia de Henry Chinaski, con sus conflictos familiares, la vida escolar y el despertar sexual; y la juventud de Henry Chinaski, cuando ingresa a la universidad y es corrido de su casa, a la vez que se sumerge en los placeres del alcohol y la literatura.
Es una novela sin esperanza, pesimista. Con una mágica ausencia de bellas y hermosas palabras. La obra del último escritor “maldito” de la literatura norteamericana.

“Carta inédita dirigida a Carl Weisser en “algún día de noviembre de 1969”. http://www.jaydougherty.com/bukowski/index.html, [Visitada el 15 de Marzo 2009].[1] Ibid.

Manifiesto


Santificamos a Dios, hicimos de Él un Santo; caminábamos campos en pos del cielo, cerrábamos campos con Iglesias. Luego, misteriosamente, bajó la cotización de las acciones de Dios en la Bolsa inmaterial de las almas: adiós a la religión de Dios, un adiós dubitativo porque el pañuelo aún se agita. Desnudos buscábamos cobijo para ocultar lo que veíamos, no éramos capaces de regalar nuestras llagas a la muerte, llagas envueltas en papel de renuncia altiva. El boxeador se desangraba, y nos resistíamos a arrojar la toalla. El árbitro del combate, el eterno hombre que pastorea, nos miraba, y su retina nos cubría con reproches que herían. Inventamos entonces la religión del Hombre, bautizamos con cultura nuestra sagrada ignorancia, ignorancia sabia, la única herencia de Dios. ¡No sabíamos que sólo nuestra ignorancia, la brutalidad celeste, nos hacía semejantes a Él! ¡Sólo alejándonos de las falsedades eruditas podríamos enfrentarnos a Él con una espada limpia!Desolada quedó la piedra de las iglesias, y los hombres, que seguían sin ser hombres, trasladaron a los museos lo más vacío del espíritu de Dios. ¡Lentamente los artistas, la cojera de los corazones, ascendieron a los altares empujados por un aliento de sensibilidad vacía! ¡Desconocíamos tantas verdades! Los impíos artistas exteriores tomaron el relevo y la antorcha, cargando así aún más nuestras resignadas espaldas, y sus esclavos, los esclavos de los artistas exteriores, hablaron de sus amos con sucias bocas de miel, ayudaron a la propagación de la enfermedad de la cultura visible, construyeron museos para albergar monstruos que sustituyeran con ventaja a los decrépitos dragones, dictaron conferencias para menopáusicos y menopáusicas, encendieron eléctricas luces para alumbrar fósiles miserias, cometieron el grandísimo pecado de teorizar teorías: quemaron la huida de las almas rebeldes.Estúpidamente negábamos, ciegos negábamos lo evidente: sólo existe el artista interior, sólo se puede ser artista secreto, la comunión todo lo mancha. ¡Estábamos canonizando a los más débiles, nombrábamos doctores a los incapaces...!¡El artista debe crear dentro de sí mismo!Si un Médico tomara la temperatura a los que creen ser hombres, diría que todos ellos albergan vana y terrible fiebre de homenajes y adulaciones.Inventemos un termómetro de audacia; convirtámonos en hombres, aunque sea para desaparecer: os propongo entonar conmigo, sin mí y en silencio, el primer y último canto, el canto de la digna y mortal soberbia.
--Pes Cas Cor--

jueves, 16 de julio de 2009

Miles


Entre los miles

que son conocidos,

o que quieren ser conocidos

como poetas,

quizá uno o dos

sean auténticos

y el resto son impostores,

rondando por los recintos sagrados

tratando de parecer genuinos.

No hace falta decir

que yo soy uno de los impostores,

y ésta es mi historia.

--Leonard Cohen--

"Dry Martini, S. A."

...
Y si tal vez me atreviese
si tuviera la fuerza de olvidar.
Qué pasaría al fin
Y
Al comienzo
De
Mi

Notas sobre papel

Qué más nos puede pasar
Si tú ya no estás.
Todo queda como antes de empezar
Igual que un atardecer saliendo al revés.
Imaginate, las tardes son las mañanas del acontecer.
Y aún no sé que esperar...
La noche o el amanecer.
(Y esperar para qué) No lo sé...
Ya nada tiene sentido de ser.
Y qué más queda
Qué más nos puede pasar.
Ya no tengo a quien esperar.
La libertad no me sabe a gloria
No sabe a victoria.
Significa soledad.
Tengo un reproche que hacerle al mundo.
Lo culpo por haber desatado sobre mí
toda la furia de este mal incurable,
de esta patología del espíritu:
El doble don de la sensibilidad suficiente
para apreciar las cosas buenas y sencillas,
y la absoluta incapacidad para disfrutar de ellas.
No es la mala vida la que me mata, no;
es la vida toda
y mi conciencia extrema de ella
-vislumbre de la muerte.
Primero maldigo. Luego
reclamo un poco de atención:
Dimito como ser humano.
--Nacho Vegas--

miércoles, 15 de julio de 2009

Política de Hechos Consumados

Nueva Seronda
Es asombrosa la fuerza
con la que la lluvia golpea el cristal de la ventana:
una multitud que aplaude.
Me inclino en decorosa reverencia ante la ovación
desde dentro, desde la seguridad relativa.
Con la llegada del otoño un frió húmedo
se instala poco a poco: en la ropa, en las sábanas.
En la carne y, finalmente, en los huesos.
Nos acostumbraremos, nos acostumbraremos.
Y como el sargento despidiéndose de Esmé,
trataremos de mantener intactas nuestras aptitudes.
In...tac...tas.
Afuera, la mar emite su murmullo eterno
y mi palabra favorita es INEXTIRPABLE.
--Nacho Vegas--
Libro digitalizado en este link


sábado, 4 de julio de 2009

Hace tiempo

Hace tiempo que no escribo
Hace tiempo que olvide pensar
Hace tiempo que las cosas parecen serenas
Nada me turba
Nada comienza
Y Nada está por terminar
No tengo la senación de estar haciendo algo importante
No tengo sensación
Y el tiempo transcurre
y yo ignoro las consecuencias
Hoy volví a escribir después de algún tiempo
En donde no pasó Nada
En donde...¡busqué hacer algo?