domingo, 25 de abril de 2010

No seré sincero contigo, evitaré decirte lo que siento. No mencionaré las ganas que tengo de besarte; tampoco mencionaré el odio que siento por ti; las ganas de gritarte lo idiota que eres y reprocharte tu actitud infantil; tampoco hablaré del deseo inhumano que tengo por hacerte sufrir; tampoco de la grotesca fantasía por desgarrar tu ropa, llevarte a un lugar solitario donde nadie escuche tu alarido.
También tengo ganas de cotemplarte: en la oscuridad, a solas, sin que te percates de mi presencia.
Pero también quiero estar contigo sin tener que pelear (a pesar del dolor que deseo hacerte, me provoca mucha ternura tus lagrimas a pesar del tormentoso coraje) y como en un cuento de hadas, que seamos felices para siempre o aunque sea por un momento.
No te diré nada de eso, no seré sincero contigo, aunque esto ya lo sabías.
¿Por qué pintas el abismo en un cuadro; curiosidad por saber qué hay dentro de él; a caso buscas encontrar algo dentro de tu pintura; por qué piensas que se ocupa luz para pintar el abismo; crees que exista algo que se puede ver y que necesita ser iluminado; a caso piensas que necesitas ver para sentir el abismo?

FELICES LOS NORMALES

Felices los normales, esos seres extraños.

Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,

Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,

Los que no han sido calcinados por un amor devorante,

Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,

Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,

Los satisfechos, los gordos, los lindos,

Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,

Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,

Los flautistas acompañados por ratones,

Los vendedores y sus compradores,

Los caballeros ligeramente sobrehumanos,

Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,

Los delicados, los sensatos, los finos,

Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.

Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,

Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan

Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos

que sus padres y más delincuentes que sus hijos

Y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno, y basta
--Roberto Fernández Retamar--

jueves, 22 de abril de 2010

Discutir

No es lo que yo tenga por decir ni de lo que tenga por callar.
No se trata de eso.
Ni de lo que tú me tengas que decir ni de lo que te quieras guardar.
La verdad...ya no sé de que se trata esto.
-…me gustó lo que dijiste.
-Te gustó, suena bonito. Te gustaría que las cosas fueran de ese modo. Creo que por eso te agradó. Sin embargo, nuestras vidas se escapan de las palabras y de la ensoñación que éstas nos provocan. Nuestras vidas no corren la misma suerte que ellas, éstas se desvanecen y, si tienen suerte, quedan plasmadas con tinta sobre algún papel. Sí, las palabras sólo dejan huella en el papel.
- ¿Y nuestras vidas dejan huella sobre la piel?
-…
-¿Y las palabras, qué nos dejan cuando las leemos sobre el papel?
-…

sábado, 17 de abril de 2010

Un domingo cualquiera

Sencillo, normal, ni fu ni fa, bien x, desapercibido, homogéneo, cotidiano... como un Domingo en la tarde: Sentado en el patio viendo la gente pasar sin emitir juicio alguno... sólo pasan... y sólo miro...No hay más que decir. El sol comienza a ocultarse y con él se pierden los niños que jugaban en la calle. La tarde comienza a estar quieta y más tarde cae la noche. Es hora de dormir. Afuera no hay nada o muy poco. Las visitas ya se fueron. Sólo quedan los platos desechables en el piso de la clásica carne asada dominguera. Y yo sentado observo cómo los vasos son llevados por el viento de un lado a otro...

Cotidiano

Ultimamente me pongo a pensar tanto en nada

***
Cuando hay tantas cosas diferentes a mi alrededor y me confunden
sólo cierro los ojos y todo se vuelve tan igual