martes, 29 de junio de 2010

Recuerdo cómo inicio y cómo terminamos, pero ignoro lo demás. Qué importa. Dejémosle a la imaginación lo que pasó o al sobreentedimiento, para qué preguntar. No hay hondas lágrimas del alma y nada que reclamar. No hay recuerdo aparente. Sólo despertamos y nos despedimos.