lunes, 5 de diciembre de 2011

¿Cómo llegamos a esto?

Por qué lo permitimos. Pensamos que a nosotros no podrá sucedernos algo parecido. Sin embargo, esa no es la cuestión, a caso no somos humanos, personas, semejantes. A qué se debe la indiferencia de la muerte del otro. ¿Debería importarnos?, dime la razón de tu pasividad en estos momentos de caos.
            Por otro lado, si vamos actuar, responder contra la agresión, ¿de qué manera lo haremos? No hay forma correcta para las soluciones desesperadas. Estamos inmersos en la desesperación. Tampoco es momento de escribir sobre ello, pero no sé qué hacer. Puedo gritar, maldecir, esperando que mi voz haga eco, que mis palabras se conviertan en acción…
            Sé que es un peligro latente. Acción involucra muchas cosas, sobre todo, cuando dichas acciones sobrepasan las expectativas. La desesperación, insisto, nos lleva a lugares que no esperamos.
            En este momento tan sólo me quedo en letras, palabras y pensamientos. Aunque tarde o temprano quedaran opacadas por el ruido de balas, gritos y llantos, son los únicos sonidos que se perciben en estos momentos. Toleramos la violencia el sufrimiento y la pena del otro. ¿Cómo llegamos a esto?
            Se nos ha orillado a pensar que el problema de una persona es su problema; que el progreso personal beneficia a la colectividad. ¡Y así es cómo se piensa solucionar los problemas que aquejan a nuestra sociedad. Que sólo pongamos nuestro grano de arena, “al cabo otros harán lo mismo y sino, pues deberían”.
            No se intenta ayudar, la gente busca liberarse del cargo de conciencia: “yo ya hice mi parte”. Cómo cambiar este pensamiento, qué hacer cuando no se confía en nadie, cuando no hay esperanza ni horizonte de esperanza, por qué esperar a que nos digan qué hacer y cómo debemos actuar.
            Es una contradicción en mi interior. Respeto lo que tú haces, pero no lo comparto, no me agrada que mientras unos se están muriendo, tú rías. Sé que la vida debe continuar pero no de esta manera.
            Qué y cómo debe ser el mundo. Al parecer es tal y cual lo hemos dejado ser. La pasividad en tiempos de caos. Y me vuelvo a preguntar: ¿Cómo llegamos a esto?

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