sábado, 26 de septiembre de 2009

El Lado Oscuro del Corazón

¿Tan apegado está el poeta a lo que carga en su valija, como lo que carga el soldado en su mochila? Sí. Es la valija, en la bolsita, en la mano que el poeta carga todo aquello que, inevitablemente olvidará, aquello que se le va cayendo en el camino y que, como el soldado, es lo más preciado: lo más pequeño. Momentos que representan su historia, el material que servirá para la narración de su obituario.
¿Qué hace el poeta con sus múltiples personalidades? Jugar con trenecitos de pilas como un niño, caminar por la ciudad, atravesar fronteras fluviales en neblina, cambiar poesía por limosna al lado de niños con sus madres, pordioseros: llorar como una muñeca que, envuelto en un abrigo que se levanta como la capa de un vampiro, deambula en busca de encuentros pasajeros con mujeres, para después soltarlas por compuertas al pozo oscuro del olvido y del desprecio, que es la cama después del amor sin vuelo. Poeta que se pierde por los caminos solitarios de los campos y que en las vacas cumple cita con su madre. Poeta que corre hacia las estrellas, come pizza, conversa con la muerte e intenta seducirla con boleros, canciones/monólogos amorosos que nos empuja a la muerte sin matarnos del todo
Eliseo subiela en El Lado Oscuro del Corazón (1992) confronta al amor y a la muerte con poesía de Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Giraldo; nos muestra que aunque salgamos de él gravemente heridos, el cuerpo se regenera y el corazón aprende.

---Patricia Montoya---

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