domingo, 6 de septiembre de 2009

(Meditación de un condenado en la calle Spring)

Faltan dos semanas para navidad. Cuatro días antes de absolutamente nada. Estoy recostado en mi cama de hierro, mirando mis sucios pies desnudos y el inodoro blanco, sin tapa, y cuando las cucarachas se arrastran por el suelo ya no me sobresalto más. La miro de la misma manera en que ellas me miran a mí.
Cierro los ojos y respiro lentamente.
Recuerdo haber rastrillado heno en el calor del día sin obtener ningún pago, comparado con la manera en que viven los blancos. Sueño con tostar cacahuate en una lata y, cuando haya jitomates, comerlos como manzanas. Me imagino manejando una camioneta, con el sudor que me brilla en la cara, en ese lugar sin futuro que juré abandonar.
No puedo usar el baño, sonarme la nariz o fumar sin que los guardias tomen nota. No hay reloj. Nunca sé cual es el clima afuera.
Abro los ojos y veo una pared blanca que se prolonga sin fin. ¿Qué se supone que debe sentir un hombre a punto de irse para siempre?
Como un canto triste, muy triste. No sé las palabras. No puedo recordar. Dicen que sucedió en septiembre, cuando el cielo parecía un huevo de gorrion y las hojas estaban incendiadas y caían al suelo. Dicen que una bestia quedó suelta en la ciudad. Ahora hay un sonido menos.
Matarme no matará a la bestia. La oscuridad es su amiga; la carne y la sangre, su fiesta. Cuando te parezca seguro dejar de mirar, es cuando mejor será que comiences a hacerlo, hermano.
Un pecado lleva a otro.
Ronnie Joe Waddell.

--Patricia Cornwell: Estraño y Cruel-- Nota: esta parte escrita es el prólogo y es lo más poético. Sólo leo esta parte cada vez que tengo el libro en manos!!

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